La palabra que define la noche de este miércoles y, aún alargaríamos, las últimas semanas de andanza europea de Avenida: ORGULLO. Porque muchas veces, quizás demasiadas en esto del deporte, importa el qué y solamente el qué, pero, por fortuna, otras veces importa el cómo. Cómo Avenida ha llegado a este punto es algo digno de estudiar, cómo se ha dejado hoy la piel ante uno de los equipos más potentes de Euroliga y con un aciago día en lanzamiento y rebote, es algo sólo explicable con eso tan manido del “ADN Avenida” pero que debe existir, no hay otra razón. Nos despedimos de Europa (74-66), sí, pero hay formas y forma y la de hoy sólo se puede aplaudir. 

(Aquí lo mejor del partido, y aquí el partido entero).

Nadie es tonto, menos a estas alturas, y aunque se intentara con todas las fuerzas ya se sabía que la historia de Würbzurg era imposible de repetir aquí. Pero tampoco quería Avenida repetir la de la anterior visita a Praga, este equipo es mucho más que eso en corazón. Y así salió el conjunto salmantino tratando de tú a tú a los “armarios empotrados” de Praga y con ventaja en el marcador hasta que el criterio arbitral, sólo dispar en ese primer parcial, después impecable, desniveló la balanza a base de faltas y faltas que dispararon a las locales al 23-12 que encendía la alarma. Esa alarma llevaba un tiempo muerto y un nombre: Maite Cazorla con capa de super heroína. Se empeñó en que la historia no era la del martes anterior finalizando el parcial con 23-19.

Y aún estaría lo mejor por venir porque, sumando primer y segundo cuarto, Avenida endosaba un casi inimaginable 0-12 de parcial para volver a mandar momentáneamente en el duelo. Ver para creer. Pero, claro, Praga es mucho Praga y, sí, Jones se había cargado de faltas y el plan del triángulo defensivo colapsaba a las locales que no sabían por dónde les venía la “vaina”, pero si de “fondo de armario” tienes los quilates de Fagbenle (seguramente titularísima en 99% de los equipos europeos), la cosa es más sencilla. Se puso la británica a enchufar como solución para volver a catapultar a Praga mientras Avenida resistía como buenamente podía al aluvión de segundas opciones (ocho rebotes ofensivos al descanso para ellas) y al incipiente desacierto exterior, 42-35 tras veinte minutos. 

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El resumen de lo que fue la segunda parte, el primer minuto de la reanudación. Triple liberado de Bridget que hace la corbata, podían montar una tienda esta noche en el Folimanka porque se vieron más corbatas que canastas limpias en ese aro, y del posible -4 al +10 con triple en contra. A remar se ha dicho. Segunda vez que Avenida pudo rendirse, pero hoy no era ese día. Abundancia de triples liberados que no quieren entrar (se quedó el equipo en 17%, canastas que no querían, pero a casta y coraje no nos ganaba nadie y, aunque pareciera milagroso, iba a haber partido a falta de diez minutos, 54-49.

Otra vez el maldito anticipo. Otro balón que se sale para ponerse a tres, y un 5-0 de salida para volver a estirar el chicle hasta la decena. Minutos de errores en el lanzamiento que iban minando la moral a pesar del enorme desgaste atrás para ponerse contra los “panzers” checos jugándose la vida en cada acometida. Parecía, ahora sí, perdido cuando la renta superada los 12, pero Avenida volvió y lo hizo hasta para, con triple de Maite incombustible, ponerse a cinco. Ante la lesión de Conde que no estaba teniendo su noche, la aparición de Wrezinski (antes Balintova) congelaba el corazón azulón para poner el +7 cuando ya se bordeaba el minuto final, cuánto hubiera cambiado la cosa por un centímetro en un aro o en el otro. Así es el deporte. Se vaciaron y a quien se vacía, nada hay que reprochar. Un camino europeo que hoy concluye con honores.